jueves, 25 de julio de 2013

When I say happy, you say...

No  me hace falta ser adivina ni demasiado inteligente para saber qué ha ocurrido hoy. Ni siquiera me hace falta haber estado presente, porque yo ya lo sé. Y puedo ir más allá y deciros que también sé lo que ocurrirá mañana. Incluso, arriesgándome a alardear demasiado, podría contaros una historia que ocurrirá dentro de un año.
Y puesto que es mi blog y las cosas se hacen (las hago) a mi manera, eso es precisamente para lo que he venido. Voy a contaros una historia que ocurrirá dentro de... ¿por qué no? un año. Exactamente el 25 de julio del año 2014.

Ese día, un niño abrirá los ojos y se quedará desconcertado durante los primeros segundos. No olerá a su casa, ni siquiera estará en su cama, así que de repente todos los recuerdos del día anterior le llegarán de golpe: las maletas, el avión, la llegada al hotel, los nervios... Bajará de la litera para despertar a su hermana pequeña que duerme abajo (él habrá pedido la de arriba porque será el mayor y el más valiente), y juntos saltarán a la cama de sus padres.
La familia al completo bajará a desayunar a un buffet, pero probablemente no hayan terminado de mezclar la leche con el café cuando en su mesa aparezca Pluto para darles los buenos días a base de abrazos. Nuestro pequeño amigo apenas podrá comer, pues solo estará pensando en el momento que llevaba esperando toda su corta vida. Un momento que al final llegará muy pronto, cuando al bajar del autobús se encuentre frente a un cartel gigante que diga: LET THE MEMORIES BEGIN.

Mientras su hermana tímidamente agarre la mano de mamá, él se adelantará corriendo al sonido de la música del tren que se acerca repleto con sus ídolos. Allí estará de nuevo Pluto, acompañado de Donald esta vez, y también Aladdin. Entonces se dará la vuelta para señalarle a su hermana cómo las princesas les están saludando desde lo alto, y ella, sin soltar la mano de mamá, les devolverá el saludo. Y entonces, entre aplausos aparecerá él, el único ratón con pantalones, el señor Mickey Mouse. La emoción disparará al máximo su corazón en el momento en que todos al unísono comiencen la cuenta atrás para el día más feliz de su vida, para el primer día en Magic Kingdom.

Ahora podría detallaros cómo el niño entrará corriendo a un mundo mágico, cómo los problemas del día a día, las preocupaciones por lo que el viaje ha costado y los miedos que produce la realidad se quedarán tras el cordón de terciopelo. Ese niño recorrerá tiendas con tartas imposibles, con muros formados por peluches, con Mickeys escondidos donde nadie puede verlos... Ese niño, dentro de un año, se abrazará a aquellos a quienes solo podía ver en dibujos animados. Ese niño jamás se fijará en que el sombrero de Goofy tiene un imán para que no se caiga mientras baila en el show frente del castillo. Ese niño tomará a su hermana de la mano para acercarla a Aurora, su princesa favorita, después de haber esperado 20 minutos a que ella se probase todos los vestidos de la tienda de princesas. Luego se reirán juntos atacando a su padre con espadas piratas y saludarán a la cámara que mamá sostiene mientras ellos dan vueltas en el carrusel.

Ese niño estará rodeado durante todo el día de gente que le hará sonreír, de personajes que cobran vida para él, de hamburguesas cuyo bacon estará colocado en forma de X solo por qué el lo pidió así... Ese niño será feliz, sin preocupaciones más allá de esperar una cola demasiado larga. Luego terminará el día más feliz de su vida frente a un castillo del que salen fuegos artificiales de mil colores y formas. Su hermana se tapará los oídos alguna que otra vez, asustada por el ruido, pero siempre con la vista en lo alto y los ojos muy abiertos...

Ese niño se irá y, un buen día, dentro de muchos años, volverá con un pequeño agarrado a su mano que tirará de él repleto de impaciencia. Ese día, ya dentro de muchos más años, nada será igual para él pero quizás, mientras mire cómo sus hijos miran al cielo, la sensación vuelva a ser la misma: FELICIDAD.


Ni ese hombre ni ese niño, ni tampoco su hermana, sabrán que antes hubo allí alguien que se llamó Estela. Alguien que aprendió a vivir eso cada día durante seis meses a través de los demás. Alguien que se alegraba de verlos felices, que intentaba formar parte del mejor día de sus vidas. Dentro de un año no habrá ninguna Estela (al menos de Madrid, Spain), pero cuando alguien cuente esta historia en pasado... entonces sí, entonces sí había una Estela.

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