lunes, 15 de abril de 2013

Four keys to success

Cada empresa tiene sus formas y códigos de trabajar para alcanzar el éxito en el mercado, y algo innegable es que las que emplea Disney realmente funcionan.Por supuesto son muchos pequeños detalles los que conforman el hecho de que un negocio avance o no, pero si algo tenía muy claro Walter es que sea lo que sea lo que pretendes construir, necesitas gente para hacerlo. Por ello, para Disney es imprescindible que nosotros, quienes contribuimos cada día a crear la magia, la recibamos a cambio también.

El otro día salía tras ocho horas de trabajo y de camino al bus decidí parar en la cafetería para despedirme de mis compañeros por esa noche. De repente, entraron Chip y Chop (Chip and Dale aquí) y se dedicaron a saludarnos, abrazarnos, bailar con nosotros... con los Cast Members que estábamos allí en ese momento. Y es cierto que estoy acostumbrada ya a ver a las princesas o Peter Pan durante los descansos (incluso a Jack Sparrow, aunque aún sufro principios de infarto cuando le tengo cerca), en cambio para nosotros es muy difícil poder compartir tiempo con Donald, Minnie, Goofy  o Mickey porque ellos siempre están muy ocupados con los Guest y no pueden venir a vernos. Por ello fue un momento realmente mágico poder abrazar a Chop y que Chip viniese a darme un beso antes de despedirse, un momento que me hizo recuperar toda esa magia que yo intento crear día tras día para los demás. No tengo nada más que decir que: gracias, Disney, de corazón.

Disney Key to Excellence

Además de estos momentos random, la empresa tiene un modo de reconocimiento para los trabajadores que se basa en otorgar lo que se conoce como "Four Keys Card" a un Cast cuando hace algo sobresaliente, especialmente por cumplir mínimo una de las cuatro claves del éxito de Disney. Como no sé hasta que punto estoy autorizada o no a hablar de esta información, puesto que es parte del funcionamiento interno de la empresa, no me arriesgaré a ir más allá de deciros que el trato de Disney con el cliente se basa en cuatro puntos básicos que tenemos que tratar de cumplir siempre que estamos en escena.

Dependiendo de los líderes que te toquen puedes tener más o menos opciones de recibir una, puesto que hay managers que las ofrecen con más facilidad (por tener la tienda bien colocada, por ejemplo) y otros que te las dan por algo que ha necesitado más esfuerzo por tu parte (un cliente que no sabe el idioma y consigues entenderle para ayudarle, por ejemplo). Y bueno, aunque yo ya pensaba que iba a irme de Fantasyland sin ninguna... ¡¡ayer fue mi día!! Recibí mi primera tarjeta de reconocimiento y me sentí muy orgullosa de mí misma, la verdad, porque tenía muchas ganas ya de tener una. Hay que decir que no fue por nada muy heroico, simplemente porque ayer estaba muy animada y feliz, hablando con todos los Guests y haciendo bromas a los niños, así que mi manager Paula (que es un verdadero amor de mujer, la más feliz y optimista que he conocido en mi vida) me dijo que mi actitud era tan positiva que se la contagiaba a clientes y compañeros, así que me merecía una Card. Y aquí la tengo, bien guardadita para SIEMPRE.


Pero bueno, más allá de la magia que inunda cada esquina de Magic Kingdom y de la satisfacción que da cuando te reconocen tu trabajo, hay algo más. Es algo que no solo puedes encontrar en Disney, aunque este lugar ayuda mucho, pero que no es tan fácil de conseguir. Y es que trabajar para la gente tiene muchos peligros y desventajas, pero trabajar con y para personas no termina nunca de aportarte cosas positivas. Y sí, señores, es que hay veces que recibo una magia que aunque no sea tan frecuente como el Pixie Dust o un abrazo de mis personajes favoritos, es mil veces más fuerte.

"Estaba yo en la caja de una de mis tiendas favoritas, trabajando, cuando he atendido a un niño que llevaba un collar de esos que lucen en la oscuridad. Le he dicho que me encantaba su collar, porque adoro las luces de colores. Cuando he terminado, ya no había más gente en cola así que he salido a colocar los pins.


En ello estaba cuando alguien me ha cogido de la mano. Era el niño del collar y llevaba una pulsera también de luces que me ha enseñado. Me he agachado para hablar con él y decirle que era 'so cool', pero el ha cogido mi mano y ha estirado de ella para colocarme la pulsera en la muñeca. Me ha dicho 'for you' y me ha dado un abrazo. Se ha ido y ahí me he quedado yo, agachada en medio de una tienda de DisneyWorld rodeada de gente que ni me miraba, con una emoción en el cuerpo que no conocía de antes.

Quizás ese niño me haya olvidado esta noche al meterse en la cama, pero creedme que yo no lo olvidaré jamás."


Este texto lo escribí hace unos días en mi Facebook y ahora quería compartirlo con vosotros. Esa pulsera está colgada en el mismo corcho que ahora lo hace mi Four Keys Card, pero tiene un valor muy superior. Y ya sabéis que cuando me pongo a escribir de cosas como esta que me ocurren no puedo evitar ponerme ñoña y tierna, pero es que ver que a veces de verdad da igual el idioma, la edad, la raza, la religión, la cultura... simplemente se crea un lazo aunque sea durante unos segundos entre personas desconocidas, y queda ahí para siempre. Y esto puede ocurrir en cualquier parte del mundo, en cualquier momento, y esto es lo que pretendo haceros llegar. Que busquéis esos momentos, porque de verdad existen y no son cosas que Estela dice porque Disney le ha lavado el cerebro. Esto es una lección que sé que me acompañará siempre, y cuando vuelva a Madrid estoy segura de que sabré sacar magia incluso en el Metro cuando vaya a la universidad (que ya es decir ¿eh?).

En fin, solo quería compartir todo esto porque es especial para mí. Os escribiré pronto para contaros lo genial que fue trabajar en Piratas la semana pasada y explicaros el próximos lugar en el que voy a trabajar, que será un restaurante en otra zona del parque. Para despedirme os voy a dejar una foto de los nuevos miembros de mi familia, mis pequeños que duermen cada día conmigo y a los cuales tendré que hacer hueco en la maleta de vuelta a casa. Aunque algo me dice que hasta entonces, la familia crecerá aún más...


Os quiero, y ellos también... especialmente a mi hermano Alberto, que hoy cumple 13 años y yo no estoy ahí para tirarle de las orejas (o del pelo). Esta entrada va por ti, bro,

Estela.